En unas horas llega de nuevo el sol invictus, símbolo culminante que nos dice que la luz siempre vence a las tinieblas. Este ha sido para todos un año difícil, muy difícil. Ahora nos llega el símbolo, el arquetipo que nos ha de indicar el camino a seguir, la siempre sempiterna lucha entre el dolor y el sufrimiento mundial y la necesidad de vencerlo desde la fraternidad y el amor. Aún tenemos la oportunidad de entender que podemos seguir luchando, que, de alguna manera, hemos nacido para ser guerreros de la luz, del bien, de la justicia.
Con este solsticio dejamos atrás una difícil prueba. Bajo este nuevo cielo estrellado, pronto el año 2020 llegará a su fin, sintiendo interiormente que algo ha cambiado en nuestras vidas, en nuestra generación, en nuestra época. A partir de este solsticio de invierno, Júpiter y Saturno se unen en el signo de Acuario, indicándonos con ello el inicio de una nueva era. Algunos hablan de la Era de Acuario, de la Era del Saber, de la Era de Síntesis. Más allá de nuestra intuición, no sabemos mucho acerca de lo que todo esto representa, pero sí se nos avisa de que los próximos dos mil años tienen que vencer la inercia de la guerra astral, de las luchas emocionales, y llevarnos hacia un correcto uso de nuestra mente gobernada por nuestra alma. Este año debe marcar el inicio de una tendencia de paz, de amor y fraternidad entre todos los pueblos. Debe abastecernos de mayores riquezas y bienestar material. Debemos aprender a creer en la posibilidad de que la energía sigue al pensamiento, y que, cambiando nuestra frecuencia, nuestra forma de ver el mundo, nuestra visión, ese pensamiento puede volverse benigno, mágico, profundamente hermoso.
Es tiempo de actuar. Durante decenas de años nos hemos pasado la vida hablando sobre como cambiar el mundo, sobre como ser más espirituales y conscientes. Pero en el fondo eran tan solo tímidos deseos que no podían verse expresados por ese continuo conflicto que arrastramos desde hace miles de años. Un conflicto que nos aleja siempre del alto ideal, y que sucumbe ante la inercia de la incomprensión y la intolerancia.
En estos años nos han advertido muchas veces sobre esto. Hemos errado a la hora de poner en práctica la excelencia, a sabiendas de la dificultad que entraña cada paso realizado. El mérito, de haberlo, está en que al menos lo hemos intentado, hemos aprendido y hemos actuado. No quisimos quedarnos en la idea, sino que intentamos plasmarla. Hemos fracasado una y otra vez, pero la constancia permanece, el deseo nos empuja y la ilusión por volver a empezar una y otra vez, mejorando en todo, envuelve nuestras auras.
Ha sido un año difícil, pero aquí continuamos, trabajando en silencio en el plan maestro para los próximos siete años, preparando la nueva aurora con infinita gratitud, afinando los instrumentos para volver a acoger a todo aquel que esté dispuesto a derrumbar el viejo paradigma y reiniciar su vida bajo un nuevo prisma en este refugio y campo de entrenamiento. La voz del alma nos llama y es más poderosa que los pequeños deseos de nuestras anónimas personalidades. El alma nos empuja, como un sol invictus, a renacer de nuevo, a morir a lo viejo y volver con mayor fuerza, con mayor ánimo, con renovado entusiasmo.
Seguimos empeñados en crear y construir un refugio propicio para la concentración y la percepción, un lugar de meditación donde vislumbrar el nuevo mundo desde una visión diferente. Como decía el Buda, “una persona sabia, considerando su propio bienestar, debe construir moradas agradables en las que aquellos que han escuchado mucho sobre el correcto vivir puedan quedarse y practicarlo”. Ese es nuestro más profundo deseo, no porque seamos especialmente sabios, sino porque somos conscientes de la actual necesidad mundial.
En la próxima fiesta equinoccial, abriremos de nuevo las puertas con el deseo de seguir compartiendo la idea de que un mundo nuevo y mejor es posible. Mientras ese día llega, os deseamos a todos un feliz solsticio de invierno y una feliz nueva era.
Pd. Oportunidades de Meditación, Estudio y Servicio se abrirán próximamente para seguir cumpliendo con nuestra parte.
Una vez terminada la casa de acogida, todos los recursos que podamos conseguir irán destinados a la construcción de la futura Escuela. La única fuente de financiación de la fundación Dharana son las donaciones de amigos y personas que han disfrutado del proyecto. Gracias por seguir apoyándonos.