Dios manda a sus peores batallas a sus mejores guerreros. Lo decía hoy Luije mientras cenábamos unas judías verdes con zanahorias y patatas de la huerta del Alquimista, que hoy nos visitó con ricas viandas junto a la bella María.
Esa frase nos hizo pensar sobre la cuestión que hoy nos embargaba. Hace unas semanas compramos por sesenta euros una placa solar. Con el inversor y la batería el precio subía algo más, pero la placa en sí costaba eso. Con sesenta euros somos capaces de alimentar los móviles, los ordenadores, alguna bombilla, la batidora y otras cosas que vamos utilizando a medida que surgen necesidades básicas. Si necesitas conectar algo más como una lavadora o un frigorífico hay que aumentar la capacidad de las placas, su número, así como las baterías y el inversor. Si no hay sol puedes tener un molina de aire y llevo días pensando que si no hay sol ni aire, podríamos idear algún tipo de sistema con imanes o simplemente conectar alguna bicicleta estática a algún generador, haciendo deporte al mismo tiempo que generas energía.
Lo fascinante de todo es que con una mini batería de doce voltios y una placa solar puedas conectar este ordenador desde el que escribimos ahora mismo, de noche, con toda la independencia y emancipación posible. Cada vez que lo pensamos surge de dentro una especie de emoción, de ver que realmente es posible esa revolución energética donde todos podamos emanciparnos energéticamente al mismo tiempo que contribuimos a mantener un planeta más limpio y seguro.
Cuando vemos las noticias de que están regulando el sector energético para perjudicar a las energías renovables y el autoconsumo energético mientras que de forma paralela los exgobernantes pasan a integrar los consejos de las grandes compañías energéticas una leve sonrisa nos surge en el rostro. Los de siempre podrán hacer lo de siempre, pero esta revolución es imparable, como lo fue la revolución eléctrica en detrimento de la contaminante industria del carbón y como lo será próximamente en el mundo del automóvil en detrimento del obsoleto negocio del petróleo.
Cada vez que enchufamos este ordenador a la placa solar en mitad de este hermoso bosque perdido en alguna parte recóndita y aislada de casi todo sentimos cierta felicidad y cierta tranquilidad interior. Es posible vivir con los avances tecnológicos en comunión con la naturaleza. En los próximos meses se presentarán retos importantes pero estamos convencidos de que se puede vivir de forma generosa en una vida rebosante de abundancia. En los próximos meses resolveremos algunas cuestiones imprescindibles, como llegar poco a poco a la emancipación alimentaria, y cuando esto esté resuelto, tendremos la posibilidad y la necesidad de compartir esta maravillosa experiencia con el mundo. La revolución ya está en marcha. Esta es una batalla difícil, pero estamos preparados para afrontarla con valentía y decisión. Estamos convencidos, estamos deseosos.