O Couso en otoño

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Teresa había leído mi experiencia en el retiro vipassana y todo lo que mi vida se había revolucionado desde entonces. No sé si había algún tipo de relación entre ese retiro y mi posterior vueltas de vida, pero lo cierto es que a consciencia sabía que ese intermedio, ese contacto constante con mi interior daría frutos esenciales.

Ella desde Alemania comulgó con la idea de poder retirarse y tras pasar un par de días en el zulito la acompañé esta mañana hasta la sierra de Gredos. Sus montañas coloridas de otoño eran un espectáculo de bienvenida. Sentí cierta envidia sana por ese momento de paz y redescubrimiento que iba a recorrer. Diez días en absoluta meditación y absoluto silencio dan para mucho.

El reencuentro con la montaña y la vuelta a Madrid, con su capa gris contaminante que sólo percibes cuando ves la ciudad desde la distancia, de nuevo reactiva la llamada de la selva y la necesidad de volver al bosque. Mañana lo haré, tras un par de reuniones, y viajaré hasta la sierra de Urbasa, en Navarra. Estaré unos días paseando entre hayedos y encinares preparando concienzudamente en el plano interior las promesas exteriores. Esperan unos días de reflexión en un paraje privilegiado. Unos días de larga conversación con la clara luz, con el hombre bueno, para aunar ese necesario “hágase su voluntad y no la nuestra”. Esperan acontecimientos que requerirán mucha fortaleza interior y mucha ilusión y entusiasmo. Esperemos estar a la altura de lo que se demanda. Qué así sea.

(Foto: Koldo Aldai, O Couso en Otoño)

1 Comment

  1. Qué lindo…que así sea. Un abrazo

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