El verano terminó con una hermosa semana de experiencia realizada por almas pioneras del proyecto, las cuales se reunieron agradecidas por toda la trayectoria compartida hasta ahora y dándonos cuenta de que ya existe realmente una gran comunidad entre nosotros, independientemente de que físicamente vivamos o no juntos. O Couso ha trascendido sus fronteras físicas y materiales y ya vive instalado en el corazón de mucha gente que intenta vivir sus ideales y anhelos.
Había una especial emoción, un especial despertar por todo lo que hemos realizado hasta el momento. Gracias al esfuerzo de muchos y la extrema generosidad, hemos conseguido financiar el tejado que nos quedaba por cambiar en la casa de acogida y estamos intentando llegar al objetivo de poder financiar también la calefacción central de la casa. Una vez tengamos todo el tejado nuevo, por fin podemos empezar a soñar con ese calor que nos deberá calentar este próximo invierno. Estamos agradecidos si puedes ayudarnos con esto y te invitamos al encuentro que estamos preparando para estas fiestas de Navidad y Año Nuevo, al cual estás invitado.
Estos días, afanados mientras reconstruimos y cambiamos el tejado nuevo, nos preguntamos sobre muchas cuestiones que afectan al colectivo, al grupo humano al que pertenecemos. Ante las nuevas manifestaciones globales que vamos a vivir en los próximos días, la cuestión es cómo abordar el cambio de paradigma desde nuestros pequeños actos diarios, desde nuestra vida cotidiana. En O Couso hacemos lo que podemos y estamos centrando todas nuestras energías en poder constituir un lugar de inspiración, de transición, de pedagogía sobre el inevitable cambio de paradigma que se avecina. Tenemos clara nuestra misión, nuestra visión, nuestro sentido como grupo que opera activamente en ese cambio del cual queremos ser protagonistas, y no meros espectadores.
El cambio climático es la mayor crisis a la que la humanidad se ha tenido que enfrentar en los últimos tiempos. Las fórmulas para poder enfrentarnos a este reto grupal y mundial son muchas. Sin delegar la responsabilidad a los gobiernos, es mucho lo que nosotros podemos hacer para participar de este cambio radical que el mundo necesita. Una de las cosas que podemos hacer es centrar nuestras fuerzas en nuestra dieta. La industria alimentaria es una de las principales emisoras de gases de efecto invernadero y nosotros, con pequeños actos diarios, podemos ser partícipes para que esa industria poco a poco se vaya adaptando a la demanda que nosotros, como consumidores finales, hagamos desde una perspectiva más consciente y ecológica.
Dejar de comer carne está siendo una de las mejores señales de que algo bueno podemos hacer por el mundo. No solo ayudamos a que desaparezca el sufrimiento animal, sino que ayudamos a que el mundo apueste por una dieta más equilibrada con el planeta. Es importante entender que puede ser tremendo la que se nos avecina si seis mil millones de humanos no empiezan a cambiar sus usos y costumbres, sus hábitos más inmediatos.
Una de las bases de nuestro humilde proyecto siempre se basó en este tipo de cambios de paradigma. Desde sus inicios, teníamos claro que la alimentación era una de las mayores formas de cambiar el mundo. Hicimos una apuesta por la comida vegetariana y este año hemos quitado el consumo de los lácteos y sus derivados. El reto de los próximos años será centrar nuestros esfuerzos en consumir cada vez más productos de nuestra propia cosecha o de origen ecológico. Estamos viviendo a pequeña escala un proceso de transición que necesitamos expresar abiertamente, cada vez con menos complejos. Nuestro deseo es que ese cambio que la humanidad necesita para su propia supervivencia podamos vivirlo en nuestras vidas cotidianas. Ser un activista empieza por pequeños actos diarios. Si individualmente no logras hacerlo, vente unos días con nosotros para que en colectividad, en grupo, podamos ayudarnos mutuamente a cambiar de hábitos. Seamos radicales… el mundo lo demanda…
GRACIAS POR TU APOYO. GRACIAS POR HACERLO POSIBLE
