Tercera acogida en O Couso

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Es cierto que no resulta fácil amar a los grillos, al atardecer, al bosque, al abrazo, al tímido alarido de ese suspiro que quiere expresar tantas y tantas cosas. Pero estamos aprendiendo a hacerlo desde la calma, desde la tranquilidad que nos brinda ese fuego compartido o ese néctar que llamamos cielo estrellado y que estos días parecía esculpir la silueta de héroes y mitológicas figuras.

Cinco niños, tres perros y una cuadrilla de adultos concentrados en sus cuidados, en su felicidad y bienestar, en su alimentación, en su transformación ha sido el resultado de esta tercera acogida en O Couso. Nos estamos dando cuenta, tal y como intuíamos desde el principio, de que el lugar es transformador. O quizás la combinación de lugar e intención. De belleza, amor y filosofía práctica. Porque realmente nada tiene de especial dar un paseo meditativo de casi una hora entre bosques y prados saludando al sol. Tampoco tiene nada de particular el empezar cada actividad cogidos de la mano, en círculo, tomando consciencia de nuestro estado de ánimo o de nuestras ganas de hacer cosas. Tampoco tiene nada especial hacer en conjunto una comida, o fregar platos mientras reímos, o cantar a media tarde o dejarnos embrujar por las sabias palabras humeantes que salen del fuego nocturno. Sin embargo, algo ocurre cuando todo eso se mezcla con esa entrega, con ese interés por mejorar, por esa manía nuestra de albergar la esperanza hacia un mundo nuevo.

Nuestra tercera experiencia de acogida en O Couso ha sido francamente emotiva. Todas lo son, pero el ver a niños y perros danzando juntos en esos bosques ha sido un placer inmenso. Tantas y tantas maravillas contenidas en un mismo suspiro, en esa conspiración de poder creer en esas generaciones futuras. Nos han faltado horas para cantar todas las canciones, para abrazar todas las almas, para compartir con generosidad todas esas muestras de entusiasmo.

Telma, la niña más pequeña, apenas siete años pero con esa sabiduría que ahora traen los niños cristal, se empeñaba en hacer los círculos conscientes una y otra vez. Incluso se atrevió a dirigir uno de ellos. Nos mandó cerrar los ojos, respirar tres veces y compartir nuestro estado de ánimo. Cuando le tocó hablar y compartir lo que sentía, profunda y sincera lo expresó de forma hermosa a la vez que increíble: “tengo el corazón lleno de amor”. De alguna forma enunciaba desde su tierna y admirable infancia todo lo que nosotros sentíamos. Todos de alguna forma habíamos conseguido abrir nuestro corazón a ese lugar, a ese momento único e irrepetible, a esas personas bellas que nos rodeaban y cuidaban. Y todos, agradecidos, cada uno a su manera, lo expresábamos de alguna forma.

Gracias de corazón por haber sido partícipes de esta experiencia única. Especialmente a los niños Telma, Pedro, Sofía, Malena y Jimena, seres únicos y llenos de vida , seres especiales que se han juntado para celebrar el amor por la vida. También a los perritos, al bebecito Toby, Wanda y Pelu, que nos llenaron de calor, protección y alegría con sus juegos. Y a los padres Mamen, Jose y María, que disfrutaron con intensidad y emoción. Y a las visitas siempre bienvenidas de Joaquin, Leo y Mari, de Bea, María y Jose, de Mercedes. Y Antonio el Alquimista que siempre nos recibe en su casa. Y el vecino Marcos que nos guarda con sus guiños y a su mujer que por primera vez abrió su corazón a nosotros y nos llenó de alegría. Y a la abuela María que con su profunda sabiduría ha hecho de estos días una auténtica casa de Misterios. Gracias a todos por tanta magia y vida.

Pd.- Si quieres participar en alguna de nuestras acogidas o semanas de experiencia escríbenos a: info@dharana.org

 

(Foto: El niño Pedro nos invitó a saludar al sol, y eso hicimos en O Couso).

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1 Comment

  1. este proximo mes de agosto ire a estar con mi madre a sarria procurare ir a veros

    Date: Sun, 18 May 2014 17:28:22 +0000 To: sarriaelena@hotmail.com

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