No hay puerta en el pequeño salón y el frío del invierno roza nuestros rostros que son al mismo tiempo caldeados por una pequeña estufa. Algunas velas decoran el salón. Dos personas, el perro Geo, las gatitas, la yegua Rocío, las gallinas, los conejos y ahora también cinco peces que viven una nueva vida en un pequeño estanque que sirve a la vez de abrevadero.
La cena ha sido de lo más humilde: una sopa de fideos. Hemos recibido algunas llamadas, algunos mensajes, pero sobre todo, el silencio está reinando en esta noche solitaria. Nos hemos rendido a lo manso, a lo tranquilo, al silencio. No queríamos que una noche tan cargada de significado fuera atropellada por el ruido. Aquí en los bosques, confraternizamos con lo sublime de la naturaleza, invitados a la gran fiesta del amor invisible.
Desde el gran ventanal del salón, y gracias a una espléndida luna llena, podemos divisar el bosque, con sus árboles desnudos y el fondo de la noche atravesada por el sonido del viento. Nos sentimos privilegiados, afortunados. Nos ha tocado ser guardianes del lugar, pero también del símbolo. El amor no es tan sólo un ajetreo de complaceres. Es también un instante de quietud, de añoranza, de fortaleza.
El frío no nos puede porque por dentro ardemos de esperanza, de fe en el mañana. No tenemos miedo a la noche. Nos protege la complicidad y el amor que sentimos hacia todo cuanto existe. El deseo luminoso de servir en silencio, a pesar de que en ese servicio nos equivoquemos una y otra vez, e incluso cree enemistad en aquellos que débiles no soportan el devenir diario, es nuestra llama, nuestra guía.
Hay un lado luminoso en todo. Y esta noche tan especial, nacimiento simbólico del amor como esperanza futura para la raza humana, queremos ser llamitas flameantes en la noche oscura, como estas velas que tímidas aportan un resquicio de anhelo y vaporosa confianza en este instante.
Gracias de corazón por todos los que hoy os habéis acordado de nosotros. Gracias de corazón por mantener viva la llama de un futuro mejor. O Couso mañana se despertará cargada de regalos. El rocío, el viento, la lluvia, algún perdido rayo de sol. Cualquier cosa será suficiente para demostrarnos que en lo sencillo, en el misterio de las cosas simples, se encuentra la mayor enseñanza, el mayor de los secretos. Que el Ser Invisible os ilumine a todos. Que el Amor nazca esta noche en vuestros corazones. Feliz Natividad.
(Foto: nuestra cena de nochebuena: una sopa de fideos acompañada de un magnífico plátano).
5 Comments
Felices Fiestas a los que estais alli, disfrutando de la naturaleza y del silencio que os rodea y os acerca mas a ella.
Un abrazo,
Marivi
Me maravilla lo fuertes y afortunados que sois.Aunque no nos conocemos,un fuerte abrazo.
Hermosas palabras y bellas imágenes las que transmites con ellas. Felices días
Os envídio. Vuestro coraje, vuestra persistencia, vuestra ilusión. Yo estoy en mi zona de confort, que ahora es la que me toca vivir. Os sigo de cerca y espero que algún día viva la energía el amor y la luz en O’couso o dónde sea. Grácias a personas como vosotros que hacéis realidad lo que tantos otros vivimos en la mente. Un abrazo
Preciosa noche y preciosos corazones que saben llegar a la esencia del ser y a la comunión con el todo que somos todos… Mis Navidades están siendo diferentes también, en un buscado retiro solitario junto a un maravilloso mar, y me siento identificada con el sentimiento que transmiten tus palabras.
Gracias por compartir vuestras experiencias y recordar que es posible otro mundo en éste con vuestro ejemplo y el amor que destiláis
Espero conoceros pronto en persona
Felices días. Abrazos